13ª ETAPA

En diciembre, aprovechamos las vacaciones, nos hicimos urbanitas, y nos dimos un garbeo por una metrópoli.
Fue la etapa –recordarlo- de Escenas de una ciudad.
En ese caso fue Albasit, Albacity, Albacete, la capital.

Ahora, pasado el invierno, estamos en marzo, y de nuevo nos encontramos ante unos días de asueto, de descanso… pero en el concurso no se descansa.

Entonces, ¿por qué no hacemos algo parecido?

Pero sin repetir escenas ni ciudad, ¿eh?

Luego, aquí tenemos unas nuevas escenas y unas nuevas ciudades; es decir, la nueva etapa:



OTRAS ESCENAS, OTRAS CIUDADES

Otras Escenas, Otras Ciudades

La tarea: Dos tareas en realidad:
· Una primera, localizar e identificar
cada uno de los escenarios; determinar qué son y dónde están.
· Y la segunda, encontrarlos, llegar hasta ellos, y fotografiarse en y con ellos.

La pista: Solo una: que no se trata, como en aquella ocasión, de البسيط la llanura, albasit...- ya no habremos dado cuenta, ¿no? ¿o es que no conocemos nuestros alrededores más cercanos? -, pero que no salimos de la llanura.

Plazo: desde ahora mismo, miércoles, 11 abril, 20:00 horas

Puntuaciones:

1ª Identificación válida de cada uno de los escenarios: 5 puntos
2ª Identificación válida de cada uno de los escenarios: 4 puntos
3ª- 5ª Identificaciones válidas de cada uno de los escenarios: 3 puntos
Resto identificaciones válidas: 2 puntos

1ª fotografía de cada uno de los escenarios: 5 puntos
2ª fotografía de cada uno de los escenarios: 4 puntos
3ª- 5ª fotografías de cada uno de los escenarios: 3 puntos
Resto fotografías: 2 puntos

Series completas:


Identificaciones y localizaciones:
Primera, 10 puntos
Segunda, 8 puntos
Tercera – quinta: 6 puntos
Resto: 5 puntos

Fotografías:
Identificaciones y localizaciones:
Primera, 10 puntos
Segunda, 8 puntos
Tercera – quinta: 6 puntos
Resto: 5 puntos

12ª Etapa. Escenas mudas de cine. SOLUCIÓN.




Louis, creo que éste puede ser el principio de una gran amistad

CASABLANCA













Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

BLADE RUNNER






Nos podrán quitar la vida, pero nunca nos podrán quitar la libertad.



BRAVEHEART






- Haga el favor de poner atención en la primera cláusula porque es muy importante. Dice que… la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte. ¿Qué tal, está muy bien, eh?
- No, eso no está bien. Quisiera volver a oírlo.
- Dice que… la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte.
- Esta vez creo que suena mejor.
- Si quiere se lo leo otra vez.
- Tan solo la primera parte.
- ¿Sobre la parte contratante de la primera parte?
- No, solo la parte de la parte contratante de la primera parte.
- Oiga, ¿por qué hemos de pelearnos por una tontería como ésta? La cortamos.
- Sí, es demasiado largo. ¿Qué es lo que nos queda ahora?
- Dice ahora… la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte.- Eso si que no me gusta nada. Nunca segundas partes fueron buenas. Escuche: ¿por qué no hacemos que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte?

UNA NOCHE EN LA ÓPERA





Joe E. Brown: “Hablé con mamá. Se puso tan contenta que hasta lloró. Quiere que lleves su vestido de novia. Es de encaje”.
Jack Lemmon: “Eh, Osgood, no puedo casarme con el vestido de tu mamá. Ella y yo …no tenemos el mismo tipo”.
Joe E. Brown: “Podemos arreglarlo”.
Jack Lemmon: “Oh, no hace falta. Osgood, he de ser sincera contigo. Tú y yo no podemos casarnos”.
Joe E. Brown: “¿Por qué no?
.Jack Lemmon: “Pues primero porque no soy rubia natural”.
Joe E. Brown: “No me importa”.
Jack Lemmon: “Y fumo. ¡Fumo muchísimo!”.
Joe E. Brown: “Me es igual”.
Jack Lemmon: “¡Tengo un horrible pasado!. Desde hace tres años estoy viviendo con un saxofonista”.
Joe E .Brown: “Te lo perdono”.
Jack Lemmon: “Nunca podré tener hijos”.
Joe E. Brown: “Los adoptaremos”.
Jack Lemmon: “No me comprendes, Osgood. (Se quita la peluca). Soy un hombre”.
Joe E. Brown: “Bueno, nadie es perfecto“.
CON FALDAS Y A LO LOCO



Mire. Esta lista es el bien absoluto. Esta lista es la vida. Más allá de sus márgenes se halla el abismo

LA LISTA DE SCHINDLER

De la tiranía ... y del derecho de resistencia





Así como usurpación es ejercicio de poder a que otro tuviere derecho, tiranía es el ejercicio de poder fuera del derecho a lo que no tiene derecho nadie; y ello es hacer uso del poder que cada cual tiene en su mano, no para el bien de los que bajo él se encontraren, sino para conseguir ventajas particulares. Cuando el gobernante, sea cual fuere su título, no cumple la ley, sino su voluntad, y sus mandatos y acciones no se dirigen a preservar los bienes de su pueblo, sino la satisfacción de sus ambiciones, venganzas, codicia o cualquier otra pasión desordenada.





Si alguien pudiere dudar de que esto sea cierto o razonable, por proceder de la oscura mano de un mediocre súbdito, espero que la autoridad de un rey le dará crédito. El rey Jacobo I, en su discurso al Parlamento de 1603, dijo así: "En toda ocasión preferiré el bienestar del público y de toda la comunidad política en la elaboración de buenas leyes y constituciones, a cualesquiera fines míos particulares y privados; entendiendo siempre que la riqueza y bienestar de la comunidad habrán de ser mi mayor bienestar y felicidad terrena, punto en el cual el rey legítimo difiere netamente del tirano; porque reconozco que el específico y mayor punto de diferencia que exista entre un rey legítimo y un tirano usurpador es éste: que mientras el soberbio, ambicioso tirano piensa que su reino y sus gentes están sólo ordenados a la satisfacción de sus deseos y apetitos desrazonables, el recto y justo rey debe, al contrario, reconocerse como destinado a procurar la riqueza y propiedad de sus gentes." Y en otra ocasión, en su discurso al Parlamento de 1609, pronunció estas palabras: "El rey se obliga, por doble juramento, a la observancia de las leyes fundamentales del reino: tácitamente", por ser rey y estar así obligado a proteger tanto a las gentes como las leyes de su reino; y expresamente, por el juramento de su coronación; de suerte que todo justo rey, en su asentado reino, estará obligado a observar la alianza hecha con su pueblo, por sus leyes, haciendo que el gobierno a ellas corresponda, según el pacto que Dios hiciera con Noé después del diluvio: De aquí en adelante, sementera y cosecha y frío y calor y verano e invierno y día y noche no cesarán mientras la tierra permaneciere. Y por tanto un rey, gobernando en su asentado reino, deja de ser rey, y degenera en tirano apenas deje de regir según sus leyes." Y tanto más adelante: "Así, pues todos los reyes que no fueren tiranos o perjuros tendrán por ventura ceñirse a lo que sus leyes les marcaren; y los que les persuaden de lo contrario víboras son y pestes, a la vez contra ellos y contra la comunidad." De tal suerte ese docto rey, con buen entendimiento de las nociones de las cosas, establece que la diferencia entre un rey y un tirano consiste sólo en esto: que uno hace de las leyes límites de su poder, y el bien del pueblo el fin de su gobierno, mientras que el tirano lo somete todo a su voluntad y sus deseos.




(...)




Allí donde termina la ley comienza la tiranía si se infringe la ley en perjuicio de otro. Aquél que ejerciendo autoridad sobrepasa el poder que le fue otorgado por la ley y utiliza la fuerza que posee a su mando para gravar sobre sus súbditos obligaciones que la ley no determina, por ello mismo deja de ser juez y se le puede oponer resistencia, igual que a cualquier persona que atropella el derecho de otra por la fuerza.




(...)




¿Cabe, pues, oponerse a los mandatos de un rey? ¿Podrá resistírsele cada vez que uno se sintiera vejado, y tuviera una sombra de sospecha de que no se le guardó justicia? Eso desgoznaría y derribaría cualquier especie de régimen; y en vez de orden y gobierno no dejara sino confusión y anarquía.
A eso respondo: Que la fuerza no debe oponerse más que al uso injusto e ilegal de la fuerza. Quien se opusiera en cualquier otro caso, sobre sí atrae la justa condena de Dios y el hombre a la vez. Como consecuencia, los peligros y la desorganización no se seguirán tan frecuentemente como suele apuntarse. Y esto por los siguientes motivos: ...






J. LOCKE, Tratado sobre el gobierno civil.


Capítulo XVIII, De la tiranía







Luego, derecho de resistencia ante la tiranía, ante el gobierno, ante el rey, sí; pero es necesario asistir a las debidas matizaciones de ese derecho realizadas por el propio autor.


Para observarlas y poder conocerlas y analizarlas, el texto completo, el capítulo completo, en PARA SABER aún MÁS.



¿Cabe oponerse a los mandatos de un rey?



¿Cabe, pues, oponerse a los mandatos de un rey? ¿Podrá resistírsele cada vez que uno se sintiera vejado, y tuviera una sombra de sospecha de que no se le guardó justicia?



J. LOCKE, Tratado sobre el gobierno civil









En esta ocasión, la pregunta viene con respuesta incluida por parte su mismo formulador.


Esclavos







Las tempestades, quizás nadie pueda detenerlas, pero alguien tiene que avisar de ellas, prevenirnos de que llegan, alertar de la desolación que provocan, vigilarlas. Alguien tiene que permanecer despierto cuando todos están dormidos (de EL LIBRO DE VISITAS) .


Ningún imperio se ha hecho sin eslavos. Egipto y Mesopotamia dominaron grandes territorios e impusieron su hegemonía gracias a un genio que, en vez de pasar a cuchillo al enemigo después de la victoria, pensó que era mucho más rentable respetarle la vida, hacerlo prisionero y condenarlo a trabajar como esclavo hasta la muerte.

El latido de la Historia comenzó a exigir esta carne humana cada vez en mayor cantidad para erigir templos a los dioses y morir en los campos de batalla. Fueron sus esclavos los que permitieron a los griegos y romanos tener tiempo libre crear la democracia y el derecho mientras ellos levantaban el Partenón y el Coliseo a golpe de látigo. Los romanos creían que la familia estaba protegida por los dioses lares, pero en realidad los dioses lares eran los propios esclavos sin los cuales resultaba imposible mantener el fuego sagrado del hogar.

Aun hoy la falta de criados es la que ha destruido a la familia burguesa. El Papado tuvo esclavos mientras ejerció el poder temporal y el negrero fue la figura crucial del siglo de oro español e inglés, la correa de transmisión de la conquista de América.


Tampoco en nuestros días se puede desarrollar un imperio hegemónico sin la esclavitud. Hoy la carne humana más barata se halla en China y en la India. Son más de 1.500 millones de seres dispuestos a ser sacrificados al dios del mercado a cambio de una ración de subsistencia, la necesaria para seguir trabajando. Norteamérica aún es asaltada por las oleadas de hambrientos hispanos que suben desde el fondo de los países del sur a ofrecerse como carne de cañón. Alemania, el motor de la economía europea, solo tiene la cantidad ridícula de 80 millones de habitantes para hacer frente a esa infame necesidad de empujar la Historia hacia adelante. Europa no puede hacer nada porque carece de esclavos y si los hay son todos renuentes a humillar la cerviz, acostumbrados al bienestar social y a toda clase de derechos humanos. ¿Dónde están los esclavos italianos, franceses, ingleses, escandinavos y españoles? En este momento los está fabricando la crisis económica. Si por casualidad oyes sonar de noche las trompetas del Apocalipsis, deberás saber cuál es su pérfido augurio: solo si te conviertes en esclavo podrás sobrevivir.


Manuel VICENT, EL PAÍS, 18/III/12

12ª ETAPA

Dos referencias definen y construyen nuestra etapa de hoy.
La primera, una escena de una película que nuestro amigo y colaborador del blog de los náufragos, Traspellao, tuvo el enorme acierto de hacer aparecer.
Y la segunda, una película muda, ganadora absoluta de los Premios Óscar de este año, The Artist.

Así, si juntamos algunos términos implicados en esas dos referencias, escena y muda, tenemos…




ESCENAS MUDAS DE CINE




Ahí van:





Aunque, ¡cuidado!, no son escenas de cine mudo, sino escenas mudas porque, naturalmente, son fotografías, y en éstas no hay sonido, no hay diálogo, no hay palabras.
Pero, en realidad, las escenas no son mudas, sino que contienen palabras.
Y muchas, muchas palabras.

Algunas de ellas, algunas de estas palabras son:

Morir, vida, cláusula, abismo, amistad, parte, nadie, principio, libertad, lágrimas, hombre, bien


La tarea: Restituir lo que les falta a las fotografías. Es decir, localizar e identificar las películas, con sus diálogos correspondientes, determinando asimismo el personaje y el actor que, en cada caso, lo pronuncia.

La pista: Aparecen fotogramas y palabras… ¿hacen falta mas pistas?

Plazo: desde ahora mismo, hasta miércoles 28 de marzo, 16:00 horas

Puntuaciones:

1ª respuesta válida para cada una de esas referencias, 5 puntos
2ª respuesta válida para cada uno, 4 puntos
3ª – 5ª respuestas válidas, 3 puntos
6ª – 10ª respuestas válidas, 2 puntos
Resto de respuestas válidas, 1 puntos

Primera serie de respuestas completa: 10 puntos
Segunda serie de respuestas completa: 8 puntos
Tercera - quinta series de respuestas completa: 5 puntos
Resto series de respuestas completas: 4 puntos

11ª Etapa. El espíritu más necesario. SOLUCIÓN

¿Qué hacer cuando…
…. todo lo que está en juego, y el juego mismo, se pierda?
…. convertido en piedra quede solo el recuerdo de una herida?
…..el cansancio lleve a cerrar los ojos?
….. desvanecerse parece la única opción?
….. la memoria traicionera trabaje en contra?
….. se esté a punto de abandonar los sueños?
…. de tanto doblarse, amenace romperse?
… se apaguen las luces y todo parezca estrecharse?
… todo conspire hacia el abandono?
… un viento áspero y contrario se levante implacable?
... la furia del mundo se desate, la noche se torne tormentosa?
… el que se fue y nos dejó tirados, abandonados, regrese de visita?
… se acumule golpe tras golpe?
… todo quede hecho pedazos?
… se enfríe el fuego de los corazones?
… caigamos en la mefítica tentación de la autocompasión?
… se pierda la magia?
…se nos parta el corazón?
… el miedo nos desborde?
… las noches sean de invierno?
…siempre salga cruz?
… nos convirtamos en nuestros principales enemigos?

¿QUÉ HACER?

Tres respuestas lo indican claramente, tres respuestas que encontramos en tres canciones.

Dúo Dinámico, Resistiré,
Gloria Gaynor, Il will survive (Sobreviviré)
Bruce Springsteen, No surrender (No rendirse)

Van las letras de las canciones (una, la primera, la original; las otras dos, en una traducción al castellano) que es de donde salieron las circunstancias que aparecen en las preguntas.

RESISTIRÉ, Dúo Dinámico

Cuando pierda
todas las partidas
cuando cueste mantenerme en pie
cuando el diablo pase la factura
o si alguna vez me faltas tu
Resistiré
para seguir viviendo
soportare los golpes y jamás me rendiré
aunque los vientos de la vida soplen fuerte
soy como el junco que se dobla
pero siempre
sigue
Resistiré
erguido frente a todo
me volveré de hierro
para endurecer la piel
Resistiré....
Cuando se revelen los recuerdos
y me pongan contra la pared
cuando mi enemigo sea yo
Resistire..........

SOBREVIVIRÉ, Gloria Gaynor

Al principio, tenía miedo,
Estaba petrificado.
Seguía pensando
Que nunca podría vivir sin ti a mi lado.
Pero luego, pasé tantas noches
Solamente pensando en cómo me habías herido.
Y me volví fuerte.
Aprendí a sobrellevarlo.
Y ahora vuelves
Del espacio exterior.
Simplemente entré y te encontré aquí
Sin esa mirada en tu cara.
Debería haber cambiado la maldita cerradura.
Debería haberte hecho dejar la llave,
Si hubiera sabido, por sólo un segundo,
Que volverías para molestarme.
Oh, ahora vete,
Sal por la puerta.
Sólo da la vuelta.
Ahora, ya no eres más bienvenido.
¿No eras tú el que intentó dejarme?
¿Pensaste que me desvanecería?
¿Pensaste que abandonaría y moriría?
Pues no, yo no.
Sobreviviré.
Mientras sepa cómo amar,
sé que estaré vivo.
Tengo toda mi vida para vivir.
Tengo todo mi amor para dar.
Sobreviviré.
Sobreviviré.
Sí, sí.
Me llevó todas las fuerzas que tenía
No caerme en pedazos.
Estoy intentando arreglar las piezas
De mi corazón partido.
Y pasé tantas noches
Compadeciéndome de mí mismo.
Solía llorar.
Pero ahora, no me avergüenzo.
Y ya me ves
Con una nueva persona.
No soy esa estúpida personita enamorada de ti.
Y pensabas que simplemente pasarías de visita
Y esperabas encontrarme libre.
Pero ahora estoy guardando todo el amor
Para alguien que me ama.


NO RENDIRSE, Bruce Springsteen

Bueno, nos pirábamos de clase
Tuvimos que alejarnos de los necios
Hemos aprendido más de un registro de 3 minutos,
de lo que jamás aprendimos en la escuela
Esta noche oigo el sonido de la bateria del vecino, puedo sentir mi corazón empezar a latir.
Tu dices que estas cansado y que simplemente quieres cerrar los ojos y dejar de perseguir tus sueños.

Pero hicimos una promesa que juramos recordar siempre : "no hay retirada, cariño no hay rendicion."
Como soldados en una noche de invierno con un juramento que defender, "no hay retirada cariño, no hay rendicion".

Ahora las caras jovenes se han vuelto tristes y cansadas
y los corazones ardientes se han vuelto fríos,
juramos que seríamos hermanos de sangre contra el viento y ahora estoy listo para ser joven de nuevo
y oir la voz de tu hermana llamándonos a casa a través de estos campos abiertos.
Quizá volvamos a aprender algo de nosotros mismos con esta bateria y estas guitarras.

Porque una vez hicimos una promesa que juramos que siempre recordaríamos: "no hay retirada cariño, no hay rendición".
Como hermanos de sangre en una noche tormentosa con un juramento que defender " no hay retirada cariño, no hay rendicion".

Ahora en la calle las luces se han oscurecido,
las paredes de mi cuarto se estan estrechando.
Hay un mundo hay fuera que sigue furioso
y tu dices que ya nunca más será asunto nuestro ganar.
Bueno pues yo quiero dormir bajo cielos pacíficos en la cama de mi amante,
con un gran país lleno de oportunidades abierto ante mis ojos
y estos sueños románticos en mi cabeza.

Porque una vez hicimos una promesa que juramos recordar siempre: " no hay retirada cariño, no hay rendicion".
Como hermanos de sangre en una noche tormentosa con un juramento que defender, "no hay retirada cariño, no hay rendición".

Malos tiempos para la escuela pública





FORGES, EL PAÍS, 12 marzo 2012

Ningún elogio supera su nombre

Una mañana contó a Marietta y a los niños el extraño sueño que acaba de tener.
Había encontrado, explicaba, una multitud de personas de aspecto necio y miserable, y cuando había preguntado quiénes eran le habían respondido, para su gran sorpresa, que eran los habitantes del paraíso. Más tarde, se había cruzado con un grupo de hombres serios, que conversaban de cosas elevadas, entre los que reconoció a filósofos griegos y romanos. Aquellos que la iglesia condena – le habían indicado- van al infierno. Me gustaría ir con ellos, había replicado al instante, cuando le habían preguntado si deseaba ir al cielo o al infierno. Prefiero hablar de política con esos grandes hombres a vivir en el paraíso con esa gentuza. Después de oír el relato de su sueño, sus hijos sacudieron la cabeza y Marietta se persignó, puesto que aquel discurso parecía inspirado por el diablo.

Algunos días después, se quejó de fuertes dolores en las entrañas. No se preocuparon demasiado, puesto que eran habituales en él. Como el dolor empeoraba, tomó una dosis mayor del remedio que le daban en esos casos, pero sus sufrimientos no cesaron. Dos días más tarde, el 22 de junio de 1527, en plena lucidez y rodeado de los suyos, Maquiavelo se prepara para ir a reunirse en el infierno con aquella camarilla de hombres ilustres y sabios, entre los que deseaba permanecer para la eternidad. No sabemos si el juez celestial le concedió la forma de inmortalidad que deseaba.

Recibió sepultura en la capilla familiar de los Machiavelli, en la iglesia de Santa Croce; donde no debió reposar mucho tiempo en paz, puesto que al poco la ocupó una hermandad religiosa, para su propio uso y la inhumación de sus miembros.
El cuerpo de Maquiavelo se confundió así con una multitud de cuerpos anónimos, y como uno de sus amigos se afligiera por ello, su hijo, Niccolo, que se había hecho canónigo, lo tranquilizó con estas bellas palabras: No os preocupéis, a mi padre le gustaba tanto la conversación que, cuantas más gentes dispuestas a charlar tenga a su alrededor, más contento estará.

Temo, sin embargo, que esa sociedad no fuese la que él habría deseado, demasiado parecida a aquella con la que el exiliado había debido contentarse en vida (…) Deseamos que la estancia en los infiernos haya convenido más a su espíritu que a su pobre cuerpo la fosa común.
La posteridad inmediata lo ignoró como no era prudente hablar de él, se acabó por encontrar más sensato ignorarlo por completo.
El siglo XVIII lo descubrió e impuso a esa triste mezcla de huesos de monjes, entre los que se habían confundido los del autor de El Príncipe, un epitafio solemne y grandilocuente. Creo que él habría preferido el que el deán Swift hizo poner en su iglesia de San Patricio, en Dublín: Se ha ido adonde el espectáculo de la necedad y la maldad de los hombres ya no logrará desgarrar su corazón. Ve allí viajero, e imita si puedes a este incansable luchador por la libertad.


M. BRION, Maquiavelo





Tumba de Maquiavelo, en la Basílica de Santa Croce, Florencia.

Obra de I. Spinazzi

De nobis ipsis silemus







DE NOBIS IPSIS SILEMUS
encabezamiento de la Crítica de la Razón pura.















Y sin embargo…

DE SU VIDA…

Kant era de complexión enfermiza y de menos que mediana estatura. Su pecho estaba hundido, como puede verse en algunos de los retratos que de él se conservan.
En su pequeña cabeza sorprendían su frente ancha y arqueada y la penetrante mirada de sus ojos azules. Su cabello era rubio, fresco el color del rostro y todos sus sentidos finos y muy despiertos aun en los últimos años de su vida. Su voz era débil, pero capaz de grandes esfuerzos. El espíritu dominaba y gobernaba en absoluto este cuerpo enfermizo. En una pequeña obra, testimonio de su energía y de su tenacidad, nos habla de la manera como se sobreponía a su dolencia. La regularidad y la sencillez de su vida sostuvieron aquel organismo enfermizo y previnieron una grave enfermedad.
Los últimos decenios de su vida estuvieron dominados por una idea fija, a la cual lo subordinaba todo : la idea de su trabajo, de su creación filosófica. La facilidad con que, sin más elementos que unas "escuetas noticias", describía animadísimos cuadros de pueblos y países, demuestra la fecundidad y viveza de su imaginación, por lo menos, en la esfera de la Historia. Sus lecciones de Antropología y de Geografía física nos dan de ello elocuente testimonio. Las lecturas predilectas, que solazaban su espíritu en los ratos de descanso, eran las obras de Ciencias naturales, de Medicina y, especialmente, las descripciones de viajes. En el colegio describió en una ocasión con gran exactitud la arquitectura del puente de Westminster, y un oyente inglés le preguntó cuándo había estado en Londres, y si había hecho estudios especiales de arquitectura. De su fantasía se servía igualmente para animar sus pensamientos y elucubraciones filosóficas con acertadas comparaciones y vivas imágenes.
Su memoria era también sumamente vasta. Aun en sus últimos años recitaba largos pasajes de autores latinos y alemanes. A esta memoria, de acentuado carácter mecánico, se asociaba otra memoria lógica, sumamente vigorosa. En sus lecciones se servía, por precepto reglamentario, de textos como la Vernunftlehre, de Meier, y la "Metafísica" de Baumgarten. Los ejemplares que usaba estaban atiborrados de notas y correcciones, a las cuajes acomodaba sus lecciones. Sus juicios demostraban que dominaba el curso del pensamiento, y fácilmente sabía orientarse en la confusión, laberíntica a veces, de los detalles. Meditaba y repasaba mucho sus obras antes de darles la forma definitiva. Cuando reflexionaba sobre la solución de un problema, anotaba en hojas sueltas las ideas que se le ocurrían, y, después, las incorporaba en el lugar correspondiente. Este método de trabajo requería el auxilio de una memoria viva, fiel y amplia
(...)
En 1783 compró una casa, que habitó hasta su muerte y que desapareció el año 1893. Poco después habilitó un local, donde al mediodía solía ser diariamente visitado por algunos convidados, cinco a lo sumo. Los días se deslizaban desde entonces con la mayor regularidad: se levantaba a las cinco de la mañana, daba sus lecciones de siete a nueve o de ocho a diez y hasta la una hacía sus trabajos más serios. Gustaba pasar entretenido dos o tres horas de sobremesa. Después daba su paseo diario, con tal puntualidad, que servía a los vecinos para poner en hora sus relojes. A última hora se dedicaba a la meditación y a lecturas amenas. A las diez se acostaba. Le molestaban las interrupciones de esta distribución del tiempo, aunque fueran inevitables. Las vacaciones, que hubieran podido modificar este sencillo plan de vida, eran entonces muy cortas: no viajaba. Desde los tiempos en que se había dedicado a la enseñanza privada, jamás salió de los estrechos términos de su ciudad natal
O. KULPE, Kant


En 1755 regresa a la ciudad y da inicio a su carrera docente, obtiene el doctorado y la habilitación como docente libre. Desde ese momento, cuando Kant cuenta con 30 años, ejercerá ininterrumpidamente la enseñanza de la filosofía durante más de cuarenta años, pues impartió su última clase el 23 de julio de 1796, a los 72 años de edad. De hecho, Kant fue el primer gran filósofo de la era moderna que se dedicó profesionalmente a la enseñanza de la filosofía en la universidad. Antes de él, Descartes, Spinoza, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume, no habían enseñado filosofía. Ni tampoco la enseñaron la gran mayoría de los filósofos importantes del siglo posterior a Kant, el siglo XIX, con la excepción de Hegel. Así, Schopenhauer, Nietzsche, Kierkegaard, Marx, Stuart Mill, no fueron filósofos académicos. Durante este período como docente libre, Kant daba muchas horas de clase (parece que algún semestre llegó a impartir hasta veinticuatro o veintiséis horas semanales) y sobre los temas más variados: lógica, metafísica, ética, pedagogía, antropología, mecánica, geografía física, geometría y trigonometría, etc.
D.M. GRANJA, Kant: conciencia reflexiva y proceso humanizador


Tuve la fortuna de tener como profesor a un gran filósofo, a quien considero un verdadero maestro de la humanidad. Este hombre tenía en aquel entonces la animación propia de un muchacho, cualidad que según parece no desapareció en su madurez. Su amplia frente, hecha para pensar, era la cuna de un gozo y una amenidad inagotable; de sus labios brotaba un discurso pleno de inteligencia. Tenía siempre a su servicio las anécdotas, el humor y el ingenio, de modo que sus clases resultaban siempre tan educativas como entretenidas. En sus lecciones se examinaban las últimas obras de Rousseau con un entusiasmo sólo comparable con la acuciosidad aplicada al estudio de las doctrinas de Leibniz, Wolf, Baumgarten o Hume, por no mencionar la lucidez derrochada al explicar las leyes naturales concebidas por Kepler y Newton. Ningún descubrimiento era minimizado por él para explicar mejor el conocimiento de la naturaleza y el valor del ser humano. La historia de la humanidad, de los pueblos y de la naturaleza, las ciencias naturales, la matemática y la experiencia eran las fuentes con las que este filósofo animaba sus lecciones y su trato. Nada digno de ser conocido le era indiferente. Ninguna secta, ningún provecho personal y ninguna ambición ensombrecieron su celosa pasión por dilucidar y dar a conocer la verdad. Sus alumnos no recibían ninguna consigna más que la de pensar por cuenta propia; nada le fue más ajeno que el despotismo. Este hombre, cuyo nombre invoco con la mayor gratitud y el máximo respeto, no es otro que Immanuel Kant.
J. G. HERDER


... durante el último período de mi presencia, Kant empezó a hablar, como de costumbre, pero con voz muy baja y de manera incoherente, cayendo a veces en una especie de somnolencia cuando el estómago o la falta de sueño lo distraían. Deseaba la conversación, pero se molestaba cuando sus dos invitados se ponían a hablar entre sí. Estaba acostumbrado desde hacía mucho tiempo a ser el centro y el líder de la conversación. Ahora, débil y duro de oído, solía hablar él solo -normalmente sobre la calidad de la comida, sobre vagos recuerdos y opiniones acerca de su enfermedad-. Sus viejos amigos podían ayudarle a recordar viejos tiempos... y todavía recitaba algún que otro verso de su poema favorito... ...Después de media hora, Kant tenía que ser conducido a su habitación completamente exhausto. Sus invitados se retiraban con sentimientos de culpabilidad...
Ch. F. REUSCH


… Y DE SU MUERTE.

Llegamos ya al mes de febrero de 1804, que fue el último que Kant había de ver. (…) A partir del día 3, pareció que los resortes de la vida dejaron de funcionar, porque desde entonces ya no tomó más alimento. Su existencia dijérase prolongarse tan sólo gracias al ímpetu que le habían dado ochenta años de vida. El médico le visitó aquel día como de costumbre, y recuerdo un pequeño detalle que nos impresionó a los dos, como revelador de la inalterable cortesía y bondad de Kant. Al entrar el doctor, Kant se levantó y alargándole la mano pronunció unas frases en las repitió varias veces la palabra posts, pero en forma que parecía pedir auxilio para completar el concepto. El doctor, que creyó que divagaba y se refería a los relevos de postas, le contestó que todos los caballos estaban ocupados y que no se preocupara; pero Kant insistió haciendo grandes esfuerzos: muchos puestos... puestos pesados... mucha bondad... mucha gratitud, todo ello con incoherencia aparente, pero con mucho calor y dominio de sí mismo. Yo adiviné entonces lo que quería decir. Lo que el profesor desea expresaros, doctor, es que considerando los muchos puestos o cargos que desempeñáis en la ciudad y en la universidad, representa una gran bondad por vuestra parte dedicarle tanto tiempo (pues el doctor jamás quiso cobrarle) y os está en extremo agradecido. Eso es, exclamó Kant, eso es. Pero todavía continuaba de pie, aunque en actitud de desplomarse; por lo que le hice observar al médico que Kant no se sentaría, por mucho que padeciese, hasta que su visitante no tomara asiento. El doctor pareció dudar de ello, pero Kant, que lo oyó, haciendo un esfuerzo sobrehumano lo confirmó con estas palabras: No permita Dios que caiga tan bajo que me olvide de las obligaciones de la hospitalidad.
Cuando anunciaron la comida, el doctor se despidió. Había llegado el otro comensal, y yo confié, en vista de la animación que Kant había mostrado poco hacía, que pasaríamos un rato agradable, pero me equivoqué. Kant estaba agotado, más que de costumbre, y aunque se llevaba la cuchara a la boca, no tragaba nada. Hacía algún tiempo que no le encontraba gusto a ningún manjar, y yo probé aunque sin éxito, a estimular su apetito con nuez moscada, canela y otros condimentos. Aquel día todo falló y ni siquiera quiso probar un bizcocho. (…) El sábado, día 4, oí que sus huéspedes expresaban el temor de no verle más.Sin embargo, el día 5 comí en su mesa, junto con su particular amigo R. R. V. Kant estaba presente, pero tan débil que la cabeza le caía sobre las rodillas y él se doblaba sobre el lado derecho del sillón. Le arreglé los almohadones, para levantarle y sostenerle la cabeza, y luego le dije: Ahora, mi querido señor, ya estáis en orden. Grande fue nuestro asombro al oírle contestar en voz clara y audible, la frase militar latina: Sí, testudine, et facie, y en seguida añadió: Listo para el enemigo, y con el equipo de batalla. Las facultades de su inteligencia se consumían bajo sus propias cenizas; pero de vez en cuando, salía una llamarada, como para indicar que el rescoldo no se había apagado.
El lunes, día 6, estuvo mucho más débil y aletargado. No pronunció palabra, excepto su respuesta a la pregunta que le hice sobre los moros, según he referido antes; y estuvo sentado con la mirada perdida, encerrado en sí mismo, y sin acusar nuestra presencia. Daba la impresión de un fantasma de siglos pasados sentado junto a nosotros.
Por este tiempo, Kant se había vuelto mucho más tranquilo y sereno. En los comienzos de su enfermedad, cuando su fortaleza entraba en conflicto con los primeros embastes del mal, era propenso a la displicencia y a veces trataba ásperamente y aun duramente a sus servidores. Esto, aunque lo más opuesto a su disposición natural, era excusable por las circunstancias. No podía darse a entender; le traían continuamente cosas que no había pedido; y en cambio no lograba que le trajesen lo que necesitaba, porque todos sus esfuerzos para expresarlo eran ininteligibles. Aquejábale, además, una fuerte irritación nerviosa, debido al desequilibrio de las distintas funciones de su naturaleza; pues la debilidad de un órgano se le hacía más evidente con la fuerza desproporcionada de otros. Pero, al fin, la lucha había terminado; todo el sistema estaba por completo minado y sometido a un proceso disolutivo tan rápido como proporcionado. En adelante, no se le escapó ni un movimiento de impaciencia, ni una expresión de mal humor.
Yo le visitaba entonces tres veces al día. El martes, día 7, al presentarme a la hora de la comida, encontré al grupo usual de amigos sentados solos, Kant estaba en cama. Esto era una cosa fuera de lo corriente, y con ello aumentaron mis temores de que se acercaba el fin. Sin embargo, no quise exponerme a dejarle sin compañía, y al día siguiente a la misma ahora me presenté, le saludé alegremente y ordené que sirvieran la comida. Kant se sentó con nosotros a la mesa; y cogiendo la cuchara, se la llevó a los labios, pero inmediatamente la soltó, y se retiró a la cama, de la que ya no se levantó más.
El jueves, día 9, le encontré sumido en la debilidad del moribundo, y el aspecto cadavérico (la facies Hippocratica) se había apoderado de él. Acudí repetidas veces durante el día, y al presentarme por última vez a las diez de la noche le hallé completamente insensible. No logré de él ningún signo de reconocimiento y le dejé al cuidado de su hermana y su criado.
El viernes, día 10, fui a verle a las seis de la mañana. Hacía un tiempo tempestuoso, y durante la noche había nevado en abundancia. Y recuerdo, de paso, que una partida de ladrones se había introducido en casa de un vecino de Kant, que era un orfebre. Al acercarme a la cama, le di los buenos días, y él contestó, pero con voz tan débil que apenas articuló las palabras. Yo me alegré de encontrarle con sensibilidad, y le pregunté si me reconocía. Sí, contestó, y alargando la mano me tocó amistosamente en la mejilla. Pero, durante el resto del día, siempre que lo visité, le encontré nuevamente sumido en su estado de insensibilidad.El sábado, día 11, le hallé con la mirada fría y vidriosa; mas, al parecer perfectamente tranquilo. Le pregunté otra vez si me reconocía. No podía hablar, pero volvió el rostro hacía mí, y me hizo signo de que le besara. Una profunda emoción se apoderó de mí y me incliné sobre sus pálidos labios; pues comprendí que con acto solemne de ternura quería expresar su satisfacción por nuestra larga amistad, y darme el último adiós. Jamás le había visto otorgar esta prueba de afecto a nadie, salvo una vez, pocas semanas antes de su muerte, en que atrajo a sí a su hermana y la besó. El beso que me dio fue su última prueba de reconocimiento.(…)
Quise permanecer con él hasta que todo hubiese terminado, y así como había sido uno de los más íntimos testigos de su vida, serlo también de su marcha. Por consiguiente, no lo dejé ya, salvo en los breves minutos que tuve que salir para algún asunto privado. Pasé la noche junto a su cama. Aunque había pasado el día en un estado de insensibilidad incompleta, sin embargo, al atardecer dio a entender que deseaba que le arreglasen la cama. Por consiguiente, le cogimos en brazos, y rápidamente se arreglaron las sábanas y las almohadas. No durmió, y la cucharada de líquido que de vez en cuando se le ponía en los labios, era generalmente rechazada. Sin embargo, a la una de la madrugada hizo un movimiento hacía la cuchara, por lo que supuse que tenía sed y le di una pequeña porción de vino y agua azucarada; pero los músculos de la boca no tenían fuerza para retenerla, de modo que para prevenir que se derramara se llevó la mano a los labios, hasta que se oyó que tragaba. Pareció que deseaba más, y seguí dándole, hasta que dijo con voz apenas perceptible: Basta ya. Esto fue lo último que dijo: ¡Basta ya! ¡Grandes y simbólicas palabras! A intervalos rechazaba las sábanas y se descubría; yo no hacía más que volverlo a cubrir, y una de estas veces observé que el cuerpo y las extremidades se enfriaban y que el pulso era intermitente.A las tres y cuarto del domingo, día 12 de febrero de 1804, Kant se estiró como para tomar posición para el acto final y adoptó la que había de conservar hasta el momento de su muerte. El pulso ya no se le notaba ni en las manos, ni en los pies, ni en el cuello. Busqué en todas partes en donde late, pero sólo hallé la cadera izquierda, en donde seguía latiendo con violencia, aunque intermitente.
Hacia las diez de la mañana experimentó un cambio notable; los ojos estaban fijos, y el rostro y los labios adquirieron una palidez mortal. Sin embargo, era tal la intensidad de sus hábitos constitucionales, que no apareció rastro del sudor frío que suele acompañar la agonía.
Eran casi las once y el momento fatal se acercaba. Su hermana estaba sentada a los pies de la cama, y el hijo de ésta a la cabecera. Yo, para observar las fluctuaciones del pulso, me arrodillé junto al lecho; y llamé al criado para que presenciase el tránsito del bueno de su amo. La última agonía se acercaba a su fin, si puede llamarse agonía una muerte sin lucha. En aquel preciso momento, su distinguido amigo el señor R. R. V., a quien yo había mandado aviso, entró en la habitación. Primero se debilitó la respiración; luego se volvió intermitente y el labio superior ligeramente convulsivo; después siguió una débil respiración o suspiro, y luego, nada más. El pulso siguió latiendo unos segundos, más lento y débil, más lento y débil, hasta que cesó por completo. El mecanismo se había parado: en aquel preciso momento el reloj dio las once.
Poco después de muerto Kant le afeitaron la cabeza, y bajo la dirección del profesor Knorr se tomó una mascarilla, pero no simplemente del rostro, sino un molde de toda la cabeza, destinado, según creo, a enriquecer la colección craneológica del doctor Gall.
Una vez debidamente vestido el cadáver, una multitud de personas de toda condición social, desde la más elevada hasta la más humilde, acudieron a verle. Todos estaban ansiosos de aprovechar la última oportunidad que se les ofrecía de poder decir "que habían visto a Kant". Esto duró varios días, durante los cuales, desde la mañana a la noche, la casa estaba repleta de gente. Grande fue el asombro de todos al considerar la extrema delgadez de Kant, y se convino universalmente en que jamás se había visto un cadáver más consumido y macilento. Su cabeza descansaba sobre el almohadón en que una vez los caballeros de la Universidad le presentaron un mensaje; y yo pensé que no se le podía dar mejor destino que el de colocarlo en el sarcófago como el apoyo postrero de aquella cabeza inmortal.
Acerca de los extremos de sus funerales, Kant había expresado su voluntad años atrás en un memorándum especial. En él manifestaba el deseo de que el entierro se verificase en las primeras horas de la mañana, con la menor ostentación posible, y seguido solamente por un grupo de los más íntimos amigos. Habiendo encontrado esa nota mientras arreglaba sus papeles, le dije con franqueza que aquella imposición me ocasionaría sin duda, en mi calidad de ejecutor testamentario, muchos disgustos; pues podían sobrevenir circunstancias en las cuales no habría forma posible de cumplimentarla, Al oír estas razones, Kant rompió el papel, y lo dejó todo a mi discreción. El caso es que preví que los estudiantes de la Universidad no consentirían jamás en que se les escapara aquella ocasión de expresar en un acto público la veneración que por el maestro sentían. Los hechos demostraron que yo estaba en lo cierto; pues unos funerales como los de Kant, tan solemnes y magníficos, jamás los había presenciado la ciudad de Königsberg. Los periódicos, diversos folletos, etc., han dado de todo ello una relación tan detallada, que me limitaré a lo más saliente.
El día 28 de febrero, a las dos de la tarde, todos los dignatarios de la Iglesia y del Estado, no sólo los residentes de Königsberg, sino los venidos de los lugares más remotos de Prusia, se reunieron en la iglesia del Castillo. De allí, acompañados por todo el cuerpo universitario y por numerosos militares de graduación, que siempre fueron grandes amigos de Kant, llegaron a la casa del profesor difunto. Entonces el cadáver, con acompañamiento de antorchas, fue conducido, entre repique general de campanas, a la catedral, que estaba deslumbrante de luces. Seguía a pie una comitiva interminable. En la catedral, después de las ceremonias usuales, acompañadas de la máxima expresión de la veneración nacional, se celebró un solemne oficio cantado de difuntos, admirablemente ejecutado. Finalmente, los restos mortales de Kant fueron descendidos a la bóveda académica, en donde descansan ahora entre los restos de los patriarcas de la Universidad. ¡Paz a sus cenizas y honor eterno a su memoria!

T. de QUINCEY, La muerte De Kant

11ª Etapa

Ya que hemos encontrado una VENTANA en la Manchuela, nos podríamos asomar por ella y contemplar el paisaje y el escenario que se extienden ante nosotros.

Y lo que vemos es, cuando menos, preocupante.
Sí, hay motivos, y muchos, para la alarma.

Pero es entonces cuando tiene que forjarse



EL ESPÍRITU MÁS NECESARIO


¿Qué hacer cuando…
…. todo lo que está en juego, y el juego mismo, se pierda?
…. convertido en piedra quede solo el recuerdo de una herida?
…..el cansancio lleve a cerrar los ojos?
….. desvanecerse parece la única opción?
….. la memoria traicionera trabaje en contra?
….. se esté a punto de abandonar los sueños?
…. de tanto doblarse, amenace romperse?
… se apaguen las luces y todo parezca estrecharse?
… todo conspire hacia el abandono?
… un viento áspero y contrario se levante implacable?
... la furia del mundo se desate, la noche se torne tormentosa?
… el que se fue y nos dejó tirados, abandonados, regrese de visita?
… se acumule golpe tras golpe?
… todo quede hecho pedazos?
… se enfríe el fuego de los corazones?
… caigamos en la mefítica tentación de la autocompasión?
… se pierda la magia?
…se nos parta el corazón?
… el miedo nos desborde?
… las noches sean de invierno?
… siempre salga cruz?
... te encuentre sin esa mirada en tu cara?
...las caras jóvenes se vuelvan tristes?
… nos convirtamos en nuestros principales enemigos?



¿QUÉ HACER?


Pues tiene que quedar claro, porque por tres veces, se nos dice lo mismo. Tres respuestas distintas pero en el fondo la misma respuesta.



La tarea: Responder la pregunta y encontrar las tres respuestas, sus orígenes, sus procedencias.

La pista: Esta vez hay que buscar de un modo un tanto distinto al habitual. Las bicicletas y los coches, en esta ocasión, no tienen mucho que hacer; el ojo avizor y vigilante probablemente tampoco … Y, por una vez, tener cerca a alguien que ande por los cuarenta - ytantos, ymuchos, o más-, años puede ayudar.

Plazo: desde ahora mismo, hasta viernes 16 de marzo, 16:00 horas

Puntuaciones:
1ª respuesta válida para cada una de esas referencias, 10 puntos
2ª respuesta válida para cada una, 8 puntos
3ª – 5ª respuestas válidas, 6 puntos
6ª – 10ª respuestas válidas, 4 puntos
Resto de respuestas válidas, 3 puntos

10ª Etapa: La ventana indiscreta. SOLUCIÓN

Esa ventana en encuentra en el término de Motilleja, en la llamada zona verde, cerca, muy cerca, de la ermita de San Isidro.


Y son unos restos muy pintorescos de una antigua construcción.



Va una fotografía de la ventana que permite observar la ermita.






PRÓXIMA ETAPA: viernes, 9 marzo; 16:30 horas

La monstruosidad de la filosofía

Antes de lanzarme a las inmensas profundidades de la filosofía que yacen ante mí, me siento inclinado a detenerme por un momento en mi situación presente, y a sopesar el viaje emprendido, que requiere sin duda el máximo de arte y aplicación para ser llevado a feliz término. Me siento como alguien que, habiendo embarrancado en los escollos y escapado con grandes apuros del naufragio gracias a haber logrado atravesar un angosto y difícil paso, tiene sin embargo la temeridad de lanzarse al mar en la misma embarcación agrietada y batida por las olas, y lleva además tan lejos su ambición que piensa dar la vuelta al mundo bajo estas poco ventajosas circunstancias. Mi memoria de los errores y perplejidades pasadas me hace desconfiado para el futuro.


La mezquina condición, debilidad y desorden de las facultades que debo emplear en mis investigaciones aumentan mi aprensión. Y la imposibilidad de enmendar o corregir estas facultades me reduce casi a la desesperación, y me induce más a quedarme a morir en la estéril roca en que ahora me encuentro que a aventurarme por ese océano ilimitado que se pierde en la inmensidad. Esta repentina visión del peligro me llena de melancolía; y como a esta pasión le es habitual, por encima de todas las demás, gozarse en su propia desventura, no puedo dejar de alimentar mi desesperación con todas esas desesperadas reflexiones que el asunto presente me ofrece con tanta abundancia.

En primer lugar, me siento asustado y confundido por la desamparada soledad en que me encuentro con mi filosofía; me figuro ser algún extraño monstruo salvaje que, incapaz de mezclarse con los demás y unirse a la sociedad, ha sido expulsado de todo contacto con los hombres, y dejado en absoluto abandono y desconsuelo. De buena gana correría hacia la multitud en busca de refugio y calor, pero no puedo atreverme a mezclarme entre los hombres teniendo tanta deformidad.

Llamo a otros para que se me unan y nos hagamos compañía aparte de los demás, pero nadie me escucha. Todo el mundo permanece a distancia, temiendo la tormenta que cae sobre mí por todas partes. Me he expuesto a la enemistad de todos los metafísicos, lógicos, matemáticos y teólogos: ¿podría extrañarme entonces de los insultos que debo recibir? He dicho que desaprobaba sus sistemas: ¿deberé extrañarme entonces que ellos odien el mío y también a mi persona? Cuando miro a mi alrededor presiento por todas partes disputas, contradicciones, ira, calumnia y difamación. Cuando dirijo la vista a mi interior, no encuentro sino duda e ignorancia.
El mundo entero conspira para oponerse a mí y contradecirme, a pesar de que mi debilidad sea tan grande que sienta que todas mis opiniones se desvanecen y cae cuando no están sostenidas por la aprobación de los demás. Cada paso que doy lo hago dudando, y cada nueva reflexión me hace temer un error y un absurdo en mi razonamiento

En efecto, ¿con qué confianza puedo aventurarme a tan audaces empresas, cuando además de estas innúmeras debilidades que me son propias encuentro muchas otras comunes a la naturaleza humana? ¿Cómo puedo estar seguro de que al abandonar todas las opiniones establecidas estoy siguiendo la verdad, y con qué criterio la distinguiré aun si se diera el caso de que la fortuna me pusiera tras sus pasos? Después de haber realizado el más preciso y exacto de mis razonamientos, soy incapaz de dar razón alguna por la que debiera aprobar dicho razonamiento: lo único que siento es una intensa inclinación a considerar intensamente a los objetos desde la perspectiva en que se me muestran.

(…) El examen intenso de estas contradicciones e imperfecciones múltiples de la razón humana me ha excitado, y ha calentado mi cabeza de tal modo, que estoy dispuesto a rechazar toda creencia y razonamiento, y no puedo considerar ninguna opinión ni siquiera como más probable o verosímil que otra. ¿Dónde estoy, o qué soy? ¿A qué causas debo mi existencia y a qué condición retornaré? ¿Qué favores buscaré, y a qué furores debo temer? ¿Qué seres me rodean; sobre cuál tengo influencia, o cuál la tiene sobre mí? Todas estas preguntas me confunden, y comienzo a verme en la condición más deplorable que imaginarse pueda, privada absolutamente del uso de sus miembros y facultades.

Pero por fortuna sucede que, aunque la razón sea incapaz de disipar estas nubes, la naturaleza misma se basta para este propósito, y me cura de esa melancolía y de este delirio filosófico, bien relajando mi concentración mental o bien por medio de alguna distracción: una impresión vivaz de mis sentidos, por ejemplo, que me hace olvidar todas estas quimeras. Yo como, juego una partida de ajedrez, charlo y soy feliz con mis amigos; y cuando retorno a estas especulaciones después de tres o cuatro horas de esparcimiento, me parecen tan frías y ridículas que no me siento con ganas de profundizar más en ellas.

He aquí, pues, que me veo absoluta y necesariamente obligado a vivir, hablar y actuar como las demás personas en los quehaceres cotidianos. Pero, a pesar de mi inclinación natural y de que el curso de mis espíritus animales y mis pasiones me reduzcan a esta pasiva creencia en las máximas generales del mundo, sigo sintiendo tantos vestigios de mi anterior disposición que estoy dispuesto a tirar todos mis libros y papeles al fuego, y decidido a no renunciar nunca más a los placeres de la vida en nombre del razonamiento y la filosofía, pues así son mis sentimientos en este instante de humor sombrío que ahora me domina. Puedo aceptar, es más, debo aceptar la corriente de la naturaleza, y someter a ella mis sentidos y mi entendimiento. Y es en esta sumisión ciega donde muestro a la perfección mi disposición y mis principios escépticos.

D. HUME, Tratado de la naturaleza humana, libro 1, sección VII


En PARA SABER aún MÁS, el capítulo completo.

Obedeced a los poderes .... pero ¿a todos? ¿a cualquier poder?

El más fuerte nunca lo es bastante para dominar siempre, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en obligación. De aquí viene el derecho del más fuerte; derecho que al parecer se toma irónicamente, pero que en realidad está erigido en principio. ¿Habrá, no obstante, quien nos explique qué significa esta palabra? La fuerza no es más que un poder físico; y no sé concebir qué moralidad puede resultar de sus efectos. Ceder a la fuerza es un acto de necesidad y no de voluntad; cuando más es un acto de prudencia. ¿En qué sentido, pues, se considerará como derecho?
Supongamos por un momento este pretendido derecho. Tendremos que sólo resultará de él un galimatías inexplicable; pues admitiendo que la fuerza es la que constituye el derecho, el efecto cambiará cuando cambie su causa: cualquiera fuerza que supere a la anterior modificará el derecho de ésta. Desde que se puede desobedecer impunemente, se puede hacerlo legítimamente: y teniendo siempre razón el más fuerte, sólo se trata de procurar llegar a serlo. Según esto, ¿en qué consiste un derecho que se acaba cuando la fuerza cesa? Si se ha de obedecer por fuerza, no hay necesidad de obedecer por deber; y cuando a uno no le pueden forzar a obedecer, ya no está obligado a hacerlo. Se ve pues que esta palabra derecho nada añade a la fuerza, ni tiene aquí significación alguna.



Obedeced al poder. Si esto quiere decir, ceded a la fuerza, el precepto es bueno, aunque del todo inútil. Garantizo que no será violado jamás. Todo poder viene de Dios, es verdad; pero también vienen de él las enfermedades. ¿Se dirá por esto que está prohibido llamar al médico? Si un bandido me sorprende en medio de un bosque, ¿se pretenderá acaso que no sólo le dé por fuerza mi bolsa, sino que, aun pudiendo ocultarla y quedarme con ella, estoy obligado en conciencia a dársela? Al fin y al cabo, la pistola que el ladrón tiene en la mano no deja de ser también un poder. Convengamos, pues, en que la fuerza no constituye un derecho, y en que sólo hay obligación de obedecer a los poderes legítimos.




J.J. ROUSSEAU, Del contrato social